En la semana 34 de gestación por pedido de mi ginecólogo se comenzaron a realizar ecos cada semana, para poder monitorear el crecimiento en el último mes de gestación. Todo estaba bien, los ecos, los chequeos con el ginecólogo, físicamente, no hubo ninguna alerta. Ya teníamos listo todo.
Había un resultado de líquido amniótico un poco elevado en relación a las semanas de gestación, pero estaba dentro del rango establecido. Meses antes, como mamá primeriza quise que todo esté listo y en su lugar. La ropita en su lugar, bien doblada, los pañales, las cobijas, juguetes, regalos de los baby showers, el coche, el carseat todo desinfectado y lavado. El lugar de la cuna fue algo que nos tomo tiempo con mi esposo decidir en qué lado de la cama va a ir, pensé hacer colecho que me pareció lo mejor y más adecuado, además lo iba a tener cerca de mi todo el tiempo. Con mi esposo estábamos ya ansiosos de que llegue el día, el nacimiento de nuestro NICO .
En las citas anteriores con mi ginecólogo, se había programado la cesárea aproximadamente para el 28 de noviembre, si todo seguía bien como hasta este día. Me acuerdo claramente que el día 1 de Noviembre a las 5:29 pm recibí la llamada de mi ginecólogo y hablamos acerca del último eco y de los resultados que le había llegado por correo electrónico. Me indicó que compre Mucosolvan o Ambroxol y que tome una tableta cada día, le pregunté si pasaba algo, pero me dijo que no había problema. Me indicó que tenáa gran cantidad de polihidramnios (excesiva cantidad de líquido amniótico rango máximo 30) y en el eco yo tenía en ese momento la cantidad de 33, a lo que me dijo que no es algo de lo que me tenga que preocupar. Era más riesgoso tener a mi hijo en el vientre por más tiempo, ya que podía existir desprendimiento de placenta o tejidos y eso es riesgoso. Mi Nico estaba de buen tamaño, grande; por lo que el doctor me propuso adelantar la cesárea.
«Tu guagua está con todo lo que debería tener, es decir pared abdominal, estómago, vejiga, columna integra, es decir no hay una razón obstructiva para el polihidramnio«, dijo mi ginecólogo. Le pregunté si está bien el bebé para poder nacer. Me dijo que había un riesgo de prematurez y de que eso lo íbamos a hablar al siguiente día.
Hubo un cambio de pediatra, ya que necesitaba un pediatra con manejo de bebés prematuros, es decir, sí podía nacer pero sería prematuro. Me envió exámenes preoperatorios en ayunas y además un monitoreo fetal. Después de ese monitoreo tenía cita con el doctor.
Al momento de colgar la llamada, un millón de cosas comenzaron a cruzar por mi cabeza… ninguna negativa o mala… todo lo pendiente que tenía que hacer antes de el nacimiento de mi bebé. Nada urgente, lo urgente ya lo había hecho, ordenar la ropa, la cuna, el coche, las maletas listas, todo listo. Habían cosas triviales que para mí tenían que estar terminadas… y por supuesto me puse a realizarlas, lavar mi ropa, encender la secadora de ropa, doblar la ruma de ropa limpia que todas tenemos en algún lugar y dejamos para último, bueno ese día me puse a doblarla y terminar los pendientes. Lavar las cobijas de los perros (tenemos 3) y obvio quería que estén hasta ellos listos y preparados. Quería terminar de arreglar y ordenar la casa, porque según yo estaba un asco y quería dejar todo limpio.
Mientras hacía todas las cosas le llamé a mi esposo y le conté con detalles la llamada que recibí, sentí por su tono de voz, alegría, ansiedad y urgencia de llegar a casa, me dijo que iba a pasar por el consultorio retirando las órdenes de los exámenes para realizarlos al día siguiente.
Minutos después llamé a mi familia para contarles que se va a adelantar el parto y que sería al siguiente día, 2 de noviembre. Con la voz entrecortada lo pude contar, sentía emoción y muchos nervios… a horas de poder verle a mi hijo cara a cara.
Cuando llegó a casa mi esposo se dio cuenta de que estaba haciendo mil cosas y me preguntó si creía que eso era necesario. Pensé, «por supuesto que es necesario!» (ahora sé que no). Me ayudó a terminar lo que estaba haciendo y fuimos a descansar.
Había en mi cabeza un millón de cosas pendientes, las últimas fotos con mi Nico en mi vientre, revisar por última vez la maleta, hasta quería arreglar para navidad, como la mayoría de mujeres, tenía que estar todo listo o la mayor parte de la vida bajo control… porque según yo, en diciembre no iba a tener cabeza para arreglar la casa y solo cuidaría de mi hijo.