El duelo se vive en olas, al principio todo es oscuro, no distingues nada, pasa el tiempo muy lento, y viene una ola tras otra, muy seguidas que no me da el tiempo de pararme ni a respirar…
En breves momentos viene la calma, algo de luz, momentos en los que puedo compartir más seguido con mi pareja, mi familia, mis amistades, no es algo permanente, de repente todo vuelve a cero… siento que me hundo y no puedo ni respirar de solo acordarme de lo que hubiera sido pero no es.
El duelo nadie lo enseña a vivir ni como transitarlo, es un aprendizaje de todos los días pero algo que me alienta a sacar la cabeza, respirar y seguir nadando en este mar de emociones y vivencias, es que tengo un día más… un día más para poder estar agradecida por lo mucho, lo poco, lo grande, lo pequeño que pueden ser los detalles de la vida, agradecida con mi tribu, mi familia por estar cerca y no soltarme ni por un segundo.
Agradecida por mi amado esposo que a pesar de que vivimos un duelo, sabemos que no somos iguales y sin embargo nos seguimos apoyando el uno al otro, por ser mi puerto seguro a donde puedo llegar siempre.
Vivir el duelo en olas como vi un video, lo explica a la perfección de lo que vivo hoy, las olas de sentimientos y emociones vienen sin avisar, una tras otra… eso no puedo controlar, pero lo que sí puedo controlar son mis reacciones. Tomo todo lo que viene en esa ola y trato de redireccionarlo para honrar la memoria de mi hijo, para aprender a vivir con su ausencia de una manera sana, viviendo sin prisas y pocas pausas.
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